VIEJA FOTOGRAFÍA
Con apenas seis años
tuve la suerte de tener un patinete.
(Hablamos del cincuenta y cinco,
no era tan fácil)
¡Con qué felicidad
empujaba
mi pie izquierdo aquel invento!
y que orgullo más triste
reinaría a mi alrededor
cuando me hicieron la foto...
Ahí aparezco yo,
cabeza alta, eufórico,
sonriendo a la cámara con mi ropa pobre.
Detrás,
protegiéndome
del sol, la fachada oscura,
endeble, recubierta
de paja y desconchones;
y la calle,
de tierra abandonada
y seca,
bacheada, carente de luz.
Luz que sólo en mis ojos de niño
indefenso y tierno, parece resistir.