Cual
fiel amiga
ella me espera,
tranquila o inquieta,
pero
siempre sincera.
En su paciente arena
descalzo mis penas
y
en el vaivén de su agua
renuevo mis fuerzas.
Su
aire me aconseja
seguir
mis metas,
y
en el eco de su canto
encuentro
mis respuestas.
Frente
a ella pierdo
prejuicios
y miedos,
y
absorta en su libertad
mi
alma se aligera.
Cuando
estamos juntas
de
su mano me lleva
a
un mundo mágico
que
en mí se desvela.
Va armándonos, desarmando lo que somos, la ciudad: con el propósito de contar ese continuo hacerse y deshacerse, miramos en sus pedazos: un patio, los futbolines de la esquina, esa plaza, el muelle. La fotografía y la escritura recortan el espacio que hemos preferido para decirnos. Este Callejero algo sentimental sirve para andar Sagunto y sus países vecinos siguiendo el itinerario abierto de las historias ilustradas de sus habitantes más o menos pasajeros.
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