jueves, 15 de enero de 2015

Patricia González Piqueras. A la playa.


Donde pasé mis mejores tardes

Este es el lugar que a todo niño le gusta, y por supuesto que yo también fui niña, aquí en esta playa he pasado toda mi infancia, por las mañanas de verano me levantaba pegando saltitos de la cama, bajaba a desayunar y a mis tíos les decía: ‘¿hoy vamos a ir a la playa?’ Mis tíos se reían y me respondían, ‘sí, Patricia, sí’, y pegaban un pequeño suspiro. Cuando acababa mi desayuno subía corriendo a despertar a mi prima para decirle la gran noticia, yo siempre he sido madrugadora y mi prima una dormilona. ‘¡Noelia, levántate!, corre, corre, que nos vamos a la playa’, le decía yo, y mi prim, que siempre ha tenido mal despertar, me reñía, ‘¡jolín, Patricia déjame dormir!’ Entonces volvía a mi habitación para buscar un bikini y entusiasmada ponérmelo. Una vez puesta toda mi equipación de la playa bajaba corriendo al garaje a preparar mis cachivaches para jugar en la arena, mis tíos que me veían subir y bajar corriendo para todos lados ajetreada y preocupada por si se me olvidaba algo se reían con gran humor.
Mientras yo ya tenía todo preparado mi prima aún iba por el desayuno, ‘¡jolín, Noelia, todos los días igual! Ya estamos todos menos tú. Ahora tardaremos más’, le decía yo. Cuando mi prima ya estaba dispuesta cogíamos el coche rumbo a la playa, y pasábamos todo el largo día allí, de camino a la playa solo pensaba en lo que iba a hacer, en qué iba aprovechar mi tiempo. Jugábamos a hacer castillos de arena que a veces nos juntábamos más niños y hacíamos muchos y muy grandes. También nos metíamos dentro del agua y jugábamos a saltar las olas, surfeábamos o intento de ello, a las paletas, al vóleibol y merendábamos allí.
 Estábamos un rato más jugando porque sabíamos que después de la merienda nos teníamos que ir y efectivamente después de la merienda nos íbamos a casa a eso de las siete de la tarde, porque había que ducharnos, plantarnos el pijama, cenar e irnos a la cama.
 En el camino de vuelta a casa yo soñaba con volver al día siguiente y pasármelo igual de bien y seguir conociendo a niños igual de simpáticos, así eran mis cortos veranos. Rodeada de mis tíos que para mí eran mis padres y de mi prima que era mi hermana.


Patricia González Piqueras

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