Llega el aullido del frío con un gélido
silencio de entre las luces
Es la melodía de grises y rojos bajo las
agujas de los pinos
Y en la distancia oscurecida muralla de
la silueta del monte
Entre melodías de barítonos el día inicia
su retirada ausencia
Cierro los ojos veo su serenata y
lamento, en un gélido suspiro
Mientras entre negras blancas y corcheas
se oculta el sol
El son de un órgano me trae el aroma a
tomillo y romero
En la distancia insiste machaconamente
un ladrido grito de soledad
Y en lo más frondoso entre el boscaje un
incendio de rojos
Suaves sumisos y sutiles perezosos se
resisten a abandonar
Mientras la luna asoma dándole la mano con
su mirada
Se vislumbra sorpresa con forma de me
quedo estoy llegando
Ha sido un día gris plomizo de miradas y
encuentros
En la espesura del bosque seguirán por
si se juntan
Las miradas los sentimientos y el
sentido del pensamiento
Sigue un silencio sordo y machacón
arrullo de una nana
Que se va desvaneciéndose entre hojas y
ramas secas
Reaparece la densa niebla y la mirada
pierde la batalla
Se confunden las imágenes entre cráteres
rojos del horizonte
Sombras de monjes cuyos hábitos se
mueven sin dejarse ver
Vuelve el sonido de una flauta que se aparta
alejándose
Se embadurna de soledad mientras la luna
se hace más risueña
El eco va repitiendo el sonido propagándose
entre los troncos
Se va extinguiendo el rojo incendio
quedando los grises sentimientos
El ocaso pasará e irá inexorablemente
con rumbo a su destino
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