Calle donde se encontraba mí puesto de
trabajo, donde me desplazaba todos los días de lunes a viernes, con
una hora de entrada cierta y una de salida incierta, con unos
compañeros de trabajo nuevos, de procedencia distinta a la mía,
pero compañeros en definitiva.
Va armándonos, desarmando lo que somos, la ciudad: con el propósito de contar ese continuo hacerse y deshacerse, miramos en sus pedazos: un patio, los futbolines de la esquina, esa plaza, el muelle. La fotografía y la escritura recortan el espacio que hemos preferido para decirnos. Este Callejero algo sentimental sirve para andar Sagunto y sus países vecinos siguiendo el itinerario abierto de las historias ilustradas de sus habitantes más o menos pasajeros.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario