miércoles, 28 de enero de 2015

Antonio Rodríguez Chinchilla. Playa de Puerto de Sagunto



Cuando veo la Playa de Puerto de Sagunto, es inevitable recordar las Hogueras de San Juan o Noche de San Juan.
Se trata de una fiesta muy antigua que se celebra en muchos lugares de España -especialmente en la costa mediterránea- para celebrar la noche más corta del año, la que va del 23 al 24 de junio.

Hay muchos rituales en torno a esta Noche. Todos ellos giran alrededor del fuego y del agua.

Desde hace muchos años en Puerto de Sagunto la Noche de San Juan se celebra con amigos y familiares, que se reúnen para ir a la playa.
Mientras existieron los barracones (desde los años treinta a los ochenta más o menos), las madres y las abuelas pasaban el día preparando la cena, que consistía sobre todo en caracoles y tortilla de patata.
A la caída de la tarde, la gente se iba a la playa y en los barracones se pedía la bebida, algún plato de sardinas a la plancha, y junto a sus caracoles cenaban.

Algunos grupos, quizá los más atrevidos, para finalizar la noche se bañaban en el mar. Los menos atrevidos, que siempre eran la mayoría, se mojaban los pies, para después pedir un deseo.

A partir de los años ochenta al retirar los barracones se pierde esta tradición. Ahora la gente se lleva sus neveras portátiles, sus mesa y sus sillas plegables. Los más jóvenes cogen bocadillos, latas de bebida y en sus toallas hacen el picnic.
Aunque la mayoría sólo van a mojarse los pies. De modo, que sobre las once el paseo marítimo está de bote en bote de personas que van a la playa.

A finales de los años noventa, aparece una nueva tradición. Cada familia hace una hoguera en la arena donde se hacen sardinas, carne o embutido a la brasa. Existe la creencia de que la pareja que salta la hoguera de la mano, conseguirá felicidad y buena fortuna.

Todo esto me hace pensar en una cosa. La playa quizás esté ahora más bonita con su magnífico paseo marítimo y sin ninguna caseta, excepto la de los socorristas y la de la escuela de verano, pero el recuerdo de una Noche de San Juan cenando caracoles en un barracón pintado a rayas azules y blancas, no lo tendrá ni mi hija ni otras generaciones posteriores.





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